Río paisano

Río paisano

Paisano el río,
mi hermano el río,
me quería, me retrataba, ondulaba mi cabellera.

Hace algo más de un año cayó en mis manos este poemario de un poeta para mí desconocido: Joaquín Antonio Peñalosa. La razón es sencilla: se encargó de la edición del cuaderno de Númenor mi amigo y maestro Fernando Arredondo Ramón. Cuando presentó el libro el 18 de enero en la Embajada de México no pensé que pudiese tener un efecto tan positivo -al menos en un servidor-, ya que descubrió mi pasión por la poesía que hasta entonces había estado dormida. «Llévate uno», me dijo después de firmar libros a diestro y siniestro. Contesté con una sonrisa inocente que no llevaba nada encima -la ajustada economía del universitario medio llega a esos extremos-. «Ya me lo pagarás»… ¡y hasta ahora! Enfilé el Paseo del Prado hechas las despedidas y me propuse comprender algo del misterioso libro amarillento.

Comienzo y me encuentro con una jirafa en la Torre Eiffel y la primera moraleja:

En verdad os digo,
la jirafa más pequeña es más grande
que la de hierro.

Como un reportero gráfico, consigue congelar una imagen trastocada por una especie de conversión naturalista. Es un primer paso, un acercamiento si se quiere infantil a la poesía del autor mexicano. Los juegos conceptuales dan paso de manera pautada a las preguntas sobre el sentido y los valores de nuestra vida. Es entonces cuando encuentro un poema que me hace pararme bajo la luz naranja de una farola del paseo madrileño envuelto ya por la noche y el vello de mi piel se eriza. El «Hombre remendado», con un lenguaje sencillo, tono optimista y gran profundidad me tiende su garfio derecho para introducirme en la Poesía de manera definitiva.

No es que venga de la guerra,
vengo de la vida
que nos deja maltrechos,
remendados.

Cargo con una prótesis en el roto fémur
como una cruz que gime paso a paso.

Con este audífono en el torcido caracol
oigo apenas el rizo del viento,
la lija del grillo, el silabeo de las campanas.

Ah, mi pan dorado al fuego
forcejea con una dentadura postiza y floja.

Yo quería oler la canela,
la lluvia, la yerbabuena
y montaron esta nariz de plástico.

Mira este ojo que no mira,
esferilla de cristal de fría dureza,
me borró la mitad del universo.

No rías de la peluca de zanahoria
por ella mi erudita calva
cambió de giro mercantil,
ya no es patinadero de soles, granizos
y de alguna mariposa con la dirección equivocada.

Perdona que salude con la mano izquierda,
la otra es una araña de garfios.

Soy menos fruto de mi madre
y más hijo de la técnica,
oscilo entre el robot  y el fantasma.

Pero tengo el corazón,
sigue marcando el paso el marcapaso
y con el mismo corazón
amo a Dios, al hermano y a mi perro.

El autor

peñalosaJoaquín Antonio Peñalosa Santillán, nace en San Luis Potosí, México, el 9 de enero de 1921, en pleno desarrollo de la Revolución mexicana. Llegó a ser profesor universitario, académico de la lengua y sacerdote de actividad insaciable. Su producción literaria abarca distintos géneros. No sólo escribe poesía, sino que cultiva la prosa poética, el ensayo y el artículo periodístico. En total, más de 140 títulos. Entre ellos se cuentan 11 libros de poesía, estudios sobre autores del Siglo de Oro, escritores mexicanos de ayer y de hoy, antologías poéticas, ensayos sobre México y los mexicanos, libros de espiritualidad cristiana, vidas de santos y curiosos folletos, que abarcan temas tan dispares como la oratoria o el matrimonio. Como el mismo Peñalosa dirá, se trata de “todo un caso de paternidad no responsable”. Fallece en San Luis Potosí en el 17 de noviembre de 1999.

2 Respuestas a “Río paisano

  1. Buena entrada enano!! Se nota que te has llevado las letras de la familia. Aquí, un servidor, lo seguirá intentando pero es más de números…y ¡ni eso!

Deja un comentario